El Castillo de Cofrentes
El castillo, bien defendido de forma natural por el cerrado arco que forman los ríos en su confluencia y anclado sobre un peñasco inaccesible en la mayor parte de su perímetro, ha sido durante siglos baluarte de vital relevancia en la defensa y control del Valle. Su posición en el corredor natural norte-sur, comunicación entre la Meseta y el altiplano Requena-Utiel en las rutas hacia el Mediterráneo, ha potenciado su protagonismo político-militar como frontera, primero entre los reinos musulmanes de taifas; en el siglo XIII con los cristianos; disputada divisoria de conquista por ejércitos encontrados en la expansión feudal de las Coronas de Aragón y de Castilla, y, en el siglo XIV, límite territorial de encuentro militar en la guerra entre Castilla y el Reino de Valencia.
Cofrentes a Cortes de Pallás por los cañones del Júcar:
Las aguas reunidas de los dos grandes ríos, Júcar y Cabriel en el embalse de Los Embarcaderos, ocupan los cañones abiertos a septentrión de la Muela de Cortes, el estrecho cauce del Júcar hasta el pie de Cortes de Pallás donde está la presa, un sector que concentra el mayor aprovechamiento hidro-energético en toda nuestra Comunidad. Un valle inundado y ceñido por abruptas fachadas, cortadas y escalonadas en verticales peldaños que se alzan sobre las aguas, el marco de un gigantesco y profundo lago artificial que, por la exigencia de refrigeración de la nuclear, mantiene apenas alterado su nivel. La poderosa tecnología ha modificado la naturaleza, convirtiendo en un atractivo lago de montaña las aguas apresadas del Júcar en una ilusoria cuenca lacustre de catorce kilómetros de longitud y de indudable belleza, espacio “natural” turístico, para la navegación deportiva y la pesca. Embarcaciones entre Cofrentes y Cortes de Pallás surcan el cautivador embrujo de este mar interior, transportando viajeros sorprendidos por los exóticos paisajes del agua entre quebradas montañas. En el sector medio del embalse y dentro del término de Cortes de Pallás, un castillo excepcional vigilaba, como desde un nido de águilas, el tortuoso camino de las aguas salvajes, el Castillo de Chirel, una de las más bellas y espectaculares fortaleza de las montañas de nuestra tierra.
Bibliografía: Las Fortificaciones del Júcar de Rafael Cebrián, edición 2015