Uno de los días más fríos de este invierno salimos de Fuentes de Ayódar para hacer un recorrido circular que nos llevó hasta Torralba del Pinar y regreso a Fuentes de nuevo. Salimos del pueblo pasando por la fuente del Cañar y al poco dejamos una ancha pista para tomar el antiguo camino de herradura que en cerradas lazadas nos hizo ascender un buen desnivel. Al final de la prolongada subida nos dejó en un ventoso collado. Las secuelas de un incendio de hace ya unos años, han dejado por esta vez un matorral transitable y algunos pimpollos que llenaron de verde el ascenso con vistas sobre nuestras espaldas del macizo del Penyagolosa. Una vez en el collado el descenso supuso un respiro y dejando el Corral de Piedras Santas y el de Porchovés, el valle donde se asienta Torralba del Pinar apareció entre formaciones rocosas de areniscas de colores variados. La senda seguía con el talante de los caminos antiguos, decidido su descenso, con la huella del continuo trapicheo de mulas y personas. A la entrada al pueblo estaba la ermita de Santa Bárbara, lugar adecuado para descansar y comer a no ser por el fuerte viento helado que hizo indispensable buscar un bar dentro de la pequeña población. El establecimiento estaba preparado para caminantes ateridos y dimos buena cuenta de olleta y otros alimentos que nos devolvieron el ánimo para la caminata de la tarde.
Hicimos bien en no desistir y continuar porque lo mejor estaba por llegar. Sobre un terreno de rodenos con formas espectaculares el mismo lecho del barranco del Sabinar se convirtió en nuestro camino sobre grandes losas de muy fácil caminar que nos permitió contemplar las laderas repletas de vegetación propia de estos suelos areniscos, alcornoques y matorral denso de madroños.
Pero el espectáculo increíble apareció de repente en la Rambla del Catalán cuando nos asomamos para ver el Pozo Negro. Las aguas de la rambla buscando una salida fácil han trazado una revuelta, semicírculo después del cual se deslizan unos 15 m para alimentar una poza de aguas de un azul intenso que en contraste con las rocas rojizas forman un paisaje precioso.
El regreso fue tranquilo hacia Fuentes de Ayódar siguiendo el mismo barranco pasando junto a la fuente del Río y en el recuerdo de todos ha quedado la sorpresa del capricho del agua de la rambla del Catalán que dando media vuelta cae sobre la piscina natural más bonita que habíamos visto.
Esta excursión se la inventó Manolo Sánchez en uno de sus mejores momentos de inspiración (que no son pocos).
Que bons que estaven els bunyols de figa