Siguiendo con nuestras salidas a las montañas de nuestra tierra, esta vez fuimos a Chulilla, un pueblo situado en el cañón del Turia, con unas espectaculares paredes que son muy transitadas por los escaladores de toda España. Tras el almuerzo, y con un poco de frío por las fechas en que estamos, comenzamos el itinerario de este día en el que hicimos tres senderos locales y un extra que propuso una compañera para ver el cañón desde arriba después de haberlo visitado por bajo.
En el primer tramo rodeamos la muela en la que está asentado el pueblo y el antiguo Castillo. En el recorrido se pasa por unas cuevas con unas vistas interesantes del cañón. En nuestro segundo sendero, después de llegar al pueblo y volver a salir de él, fuimos por una senda que está al otro lado del río, convertida en sendero botánico y que va hasta la cueva del Gollizno y la cueva del Tesoro (por supuesto no lo encontramos). Desde la cueva del Gollizno, en lugar de volver por el mismo camino, decidimos hacer una creación y por una senda apenas visible nos lanzamos por la ladera para llegar a bajar al río (gracias a los romeros por su inestimable ayuda). Desde el río y ya por el tercer sendero fuimos hasta el llamado Lago Azul, un pequeño lago que hay al final del recorrido donde se va cerrando el cañón y ya no se puede pasar si no es a nado.
Por la tarde, después de comer en las orillas del lago, volvimos al pueblo y fuimos a buscar un camino que recorre el cañón por las alturas y pudimos ver las maravillosas paredes desde otra perspectiva, aunque a veces no se puede ver el fondo por la altura y porque el camino es demasiado aéreo.
Después de darle la vuelta a Chulilla por todas partes, nos despedimos hasta una nueva salida tras haber disfrutado de buenos paisajes y compañía.