LA MONTAÑA Autor: Elíseo Reclús
F. Sempere y Compañía Editores-1912
201 páginas (formato 18×13)
Rústica en castellano
Como todos habéis podido comprobar, la iniciativa de las Tertulias de Montaña ha tenido una buena aceptación entre los socios de la S.E.V., incluso de puertas afuera, los niveles de consultas en la web y en Facebook, así lo indican, por lo que hemos pensado en seguir adelante con la iniciativa aun habiendo pasado el confinamiento por la pandemia.
En esta ocasión tenemos el privilegio de contar con la colaboración de Miquel Ylla Boré, un apasionado de la montaña y la literatura que posee una de las mejores bibliotecas privadas de montaña del Estado Español, con más de 10.000 volúmenes. Miquel es médico cardiólogo (jubilado), alpinista, escalador, esquiador y escritor, y por si era poco, el presidente de la Asociación Cultural del Libro de Montaña, que cada año organiza en Vic la Feria del Libro de Montaña (esas cosas no las hacemos aquí, desgraciadamente). Miquel llega desde Catalunya a nuestra tertulia de la mano de Javier Botella, que como sabéis también ha colaborado con ella.
Tenemos pues el honor de contar con esa colaboración de Miquel en nuestra tertulia, con lo que enriquecemos nuestra iniciativa literaria y ampliamos nuestra nómina de colaboradores con alguien con quien compartimos tantas inquietudes.
«Junto a esos hombres fuertes, al lado de esos valientes de pecho sólido, de mirada penetrante, que suben los peñascos con paso firme, se arrastran repugnantes masas de carne viva, los cretinos de bocio colgante”.
Elíseo Reclús (1830-1905), alpinista, geógrafo, cartógrafo y pintor, nos ofrece en este libro un tratado de divulgación geográfica sobre la montaña que, según Joel Cornault: «Es una meditación moral y poética en la que aflora la visión del mundo de este anarquista militante: la contemplación de la naturaleza y de su libertad sólo puede incitar al hombre a creer en las virtudes del progreso, del entusiasmo, y de la felicidad inmanente».
Catedrático de geografía comparada en Bruselas, de ideas progresistas y anarquistas, Reclús fue amigo y colaborador de Kropotkin, participó en la sublevación de la Comuna de París y fue detenido y juzgado en consejo de guerra.
Publicado en 1880, La Montaña o Historia de una Montaña (este es el verdadero título) es un libro gemelo de Historia de un Arroyo (Histoire d’un ruisseau-1869) y despliega todos los ideales de Reclús; en la obra el autor entremezcla sus reflexiones con bellas descripciones de la naturaleza.
El libro que hoy comentamos es una primera edición en lengua castellana. Muchos años después (1932), Ediciones Populares Iberia publicó una segunda edición bajo el título La Montaña y el Arroyo.
En el prólogo de una muy nueva edición de Historia de una Montaña (José J. de Olañeta, Editor-2008), Luciano Labajos escribe que «Cuando se publica Historia de una Montaña, Reclús tiene 50 años y ha recorrido buena parte de su existencia sin sosiego ninguno».
Añade que «Como si de una clase de historia natural se tratase, el autor va perfilando las montañas y las hace hablar ante nuestros ojos, al tiempo que nos conmueve con su sensibilidad, y sobre todo nos invita a concentrarnos en nosotros mismos».
El libro consta de XXII capítulos que hablan de las cumbres, de los valles, de la roca y el cristal, del origen de la montaña, de la niebla y de la tormenta, de las nieves y de las avalanchas, del glaciar y de la morrena, y también del montañés libre, del hombre, y del cretino. Reclús dedica el capitulo XVIII al cretinismo. El geógrafo se conmueve al contemplar a estos seres afectos de esta enfermedad y con su narración desvela una cara oculta del heroísmo de los Alpes. Escribe Reclús que «Estos seres no saben andar; hay algunos que todavía no han sabido adquirir el arte primordial de llevarse el alimento a la boca. Se les da comida, se los ceba, y, cuando sienten que el alimento ingerido desciende al estomago, lanzan un gruñido de satisfacción. ¡He aquí los últimos representantes de esta humanidad, de aquellos cuyo rostro ha sido creado para mirar las estrellas!»
Reclús quiere ayudar a estos enfermos, quiere curar al cretino deforme: «Es necesario hacerle entrar en la sociedad de los hombres libres, y para curarle y dignificarle hay que conocer primero cuales han sido las causas de su degeneración».
El Geógrafo tiene dudas respecto a cuales son estas causas: «Los científicos, inclinados sobre sus retortas o sus libros, aportan soluciones diversas; unos dicen que la deformidad del bocio proviene sobre todo de la falta de yodo en el agua de la bebida…
Es cierto que una agua mala puede contribuir a que nazcan y se desarrollen las enfermedades; pero, ¿es eso todo?».
Reclús no lo ve claro y piensa en otras razones, «Basta entrar en estas cabañas donde nacen y vegetan los idiotas, para ver que hay también otras causas de su lamentable situación. El cuchitril es oscuro y está lleno de humo… el aire que se respira en este espacio estrecho es acre y fétido».
Nuestro autor, con la visión del año 1880, busca soluciones: «Estas chozas infectas, tan pintorescas a veces en el paisaje, deben desaparecer para dar lugar a casas cómodas y sanas… Entonces los habitantes serán dignos del medio que los rodea y podrán contemplar con satisfacción las altas cumbres nevadas».
Me pregunto si Reclús había leído a Whymper; el vencedor del Cervino dedica una buena parte del capítulo XVI de su libro Escalades dans les Alpes (1ª edición en lengua francesa, Librería Hachette, Paris-1873) al cretinismo. Escribe Whymper que el Valle de Aosta puede estar orgulloso de sus Ibex, pero debe enrojecer por sus cretinos. Dos preciosos grabados del propio alpinista adornan este capítulo: en uno de ellos dibuja a una figura deforme y espantosa que representa a un cretino del valle de Aosta, en el otro aparece un bello ibex de estupenda cornamenta. Escribe Whymper que los ibex que antes poblaban toda la cordillera alpina solo se encuentran ahora en un pequeño distrito del valle de Aosta y están a punto de extinguirse. Por el contrario, dice el autor, «Los espíritus mas optimistas no pueden esperar que el cretinismo pueda ser curado y los viajeros y excursionistas podrán seguir comprobando que la especie humana es la más miserable de la criaturas».
A Elíseo Reclús, a este hombre excepcional, lo descubrí cuando compré, en una librería de viejo, los 6 tomos que componen su obra maestra: El Hombre y la Tierra
(Casa Editorial Maucci -1910; hay otra edición del año 1932 más modesta y con un formato más pequeño). Su tratado de Geografía universal lo empezó a escribir Reclús cuando marchó exiliado a Suiza, después de ser liberado de una cárcel francesa, gracias a una campaña internacional de apoyo liderada por intelectuales de mucha talla como Darwin, Wallace y Spencer.
Elíseo Reclús era el segundo de una familia de catorce hijos de un pastor protestante, cuya madre descendía en línea directa de Enrique I de Inglaterra. Los hermanos del Elíseo: Elías, Onésimo, Pablo y Armando alcanzaron gran notoriedad como mitólogos, etnólogos, geógrafos, cirujanos, marinos y exploradores.
Su muerte nos la contó su amigo, el también geógrafo anarquista Kropotkin:
«El 4 de julio de 1905 perdimos a Elíseo Reclús, uno de nuestros mejores camaradas y amigos; murió a la edad de 75 años, en una aldea belga; suplicando a sus parientes y amigos para que no hicieran ninguna ceremonia en su entierro, y rogando a su sobrino Paul para que le acompañara solo al cementerio. Allí fue sepultado cerca de su hermano Elías, el amigo íntimo de toda su vida».