Esta excursión fue dura y exhaustiva, pero valió la pena. De las masías que visitamos la de mejor posición espectacular fue la del Cabezo dando frente a la sierra de Espadán al otro lado del valle del Mijares, Un edificio casi adosado a una pared rocosa que la resguarda del viento norte. Tras un constante esfuerzo de ascenso hasta ella llegamos a un amplísimo mirador sobre el valle fluvial.
Un recorrido por los alrededores de El Tormo fue la propuesta del grupo CAMET para visitar por medio de antiguos caminos varias masías de las más representativas del término. Gracias a nuestro compañero Rafa Cebrián y a los jóvenes de esta asociación conocimos estas agrupaciones de casas que funcionaban con las leyes del autoabastecimiento, cada una con su carácter propio, la del Hostal, anfitriona generosa con sus higos y granadas; la de los Mores, un microcosmos de vida tradicional incluida la escuela, la de Gavites donde dos sillas torrijanas parecen estar esperando a las vecinas que hacen punto o entrelazan el esparto.
Anduvimos por senderos que estuvieron perdidos durante muchos años y alcanzamos La Caldera, un lugar recóndito donde el agua de un barranco, del que no recuerdo el nombre, se remansa bajo altas paredes rocosas.
Benja, Amadeo, Loren, Kako, Carmen, Cristian y Chesca nos enseñaron en «su ruta» los valores naturales y los restos mudos de la vida de hace muchos años y nos contagiaron el entusiasmo por su tierra por lo que no nos convencieron para acortar la ruta cuando ya llevábamos unas 8 horas de caminata. Se me olvidaba Pandora, perra que parecía estar en su elemento.
Un dia complet en tots els aspectes, una llàstima que no siga possible escoltar la música en la presentació tan encertada de fotos que ha fet Jorge i les hores que ha utilitzat Teresa per a ficar-lo en el blog.
Jorge té raó, un poble de 50 habitants i un xicotet grup… tenim moltes coses a dependre.