EXPEDICIÓN VALENCIA 8.000. HIMALAYA 84
Cuarenta años de la primera expedición valenciana a un ochomil

¿Pero hay montañas en Valencia? Tan singular pregunta, escéptica y reiterada, hecha por personas fuera de nuestra comunidad en los primeros años excursionistas de la posguerra, mostraba la generalizada ignorancia sobre nuestro mayoritario relieve montañoso. Tiempos en los que españolito medio, por distintas causas, no había salido de su tierra y bien poco sabía de la geografía hispana. La denominación política que nos identifica y que históricamente siempre lleva como indicativo el nombre de Valencia, inducía a asociar la postal al uso de las “barracas, palmeras, la Albufera, huertas…” propio de la ciudad de Valencia y su cercano entorno, con el resto del territorio. Una imagen cursi, pero real de los feraces llanos agrícolas litorales que, pese a representar una parte reducida de la superficie total de nuestras tierras, suplantaba a la realidad bien distinta de un montaraz relieve dominante. Lo malo de la cuestión es que en Valencia capital, también muchos te hacían la misma pregunta y… algunos, con cierta sorna, desconocedores de su propia tierra. La complejidad del País Valenciano no se identifica con un solo paisaje, donde es más acertado hablar de paisajes de un territorio físicamente, por su altura media y topografía, definido como de montaña.

En aquellas “inexistentes montañas” se hizo escuela. Montaña baja y media que representan con todos sus matices la extensa orografía de las tierras valencianas, fue donde, de la nada, en los grises primeros años de posguerra, se gestaron las bases sociales y formativas que permitieron afrontar el rigor de la montaña de dificultad y de un apasionado excursionismo que descubría paso a paso las bellezas y potencial montañero de las tierras valencianas.

Este año de 2024, se cumplen cuarenta de la Expedición Valencia 8000. Himalaya 84, el primer intento de nuestro montañismo a un ochomil, al Gasherbrum II, de 8.035 metros, en la cordillera del Karakorum. Todo un símbolo y una fecha memorable de nuestra aventura montañera y su base social, del nivel técnico y humano alcanzado que permitía acceder a la etapa superior del alpinismo, al turbador y fascinante mundo de los ochomiles. Se habían cubierto por aquel entonces, uno tras otro, todos los pasos formativos de escuela que hacían posible coronar una de las catorce cimas del techo de la Tierra, tal como lo confirmó el óptimo desarrollo de la expedición. A unos 500 metros de la cima desde el último campamento y con una prometedora etapa final a cubrir que auguraba un positivo resultado, un repentino y violento cambio del tiempo, obligó a una rápida retirada, cuando ya se daba por seguro coronar la ansiada cumbre. Dos años más tarde, Valencia se apuntaba el primer ochomil con la ascensión del Nanga Parbat (8.125 m.), ascensión que unida al intento anterior, fallido solamente por la imprevisible tempestad, consolidaba la madurez del alpinismo valenciano.

En lo que va de año hemos tenido dos reuniones de veteranos montañeros, protagonistas de diversas alternativas montañeras relevantes, tanto en la actividad física cara a la montaña de dificultad y excursionismo, como en el compromiso social, organización, estructuras y proyectos, realizaciones en suma pioneras, llevadas a buen fin durante varias décadas. Dos cenas como excusa, celebradas el 20 de febrero y el 4 de junio en la sede de la Societat Excursionista de València: un afortunado reencuentro de viejas amistades forjadas en la montaña y de ideales compartidos y mantenidos en el tiempo. El día 6 del mismo mes y como una continuidad de estos encuentros con el pasado, tuvo lugar la charla-proyección organizada por Joan Grifoll que conmemoraba los 40 años de la EXPEDICIÓN VALENCIA 8000, pase de diapositivas comentadas por algunos de los participantes de tan crucial episodio de nuestro montañismo.

De aquellos tiempos en los que había que descubrir y divulgar que sí que había montañas en Valencia, al encuentro con las cumbres señeras de las grandes cordilleras de la tierra, hay un camino desde la nada y un antes y un después de objetivos y logros. La crónica de las décadas pasadas ha inscrito con letras de oro el nombre de quienes fueron vanguardia en las ascensiones de relevancia, a la vez que un gran número de anónimos colaboradores sin brillo -de justicia es reconocerlo- hicieron posible con sus calladas voces, logros que todos debemos compartir. Sigamos con nuevos encuentros de viejos amigos, rememorar nuestro pasado y valorar sus enseñanzas y…al tiempo, pasarlo bien, talante personal que no está en contradicción con la formalidad de las propuestas.

Rafael Cebrián Gimeno

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