APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ESCALADA Y EL ALPINISMO (XII) – y los españoles (II)
Joan Grifoll
Y los españoles? (II)
“Muchas veces nos hemos preguntado qué es lo
que realmente nos atrae de la montaña. Es difícil buscar
una explicación breve y adecuada a esta pasión tan
firme que llena nuestro ser, pero precisamente porque informa
y marca nuestro carácter, es tan difícil de individualizar,
localizar y estudiar como algunos de nuestros defectos y
virtudes, que tienen una significación especial en
nuestra personalidad” (A. Jolís y Mª Antonia Simó)
Los años 60 del s. XX contemplaron la aparición de montañeros en la Península Ibérica que siguiendo la estela de los pioneros del montañismo español, añadieron la capacidad técnica y física necesarias para afrontar escaladas de gran dificultad en todos los macizos europeos, como vimos en el capítulo anterior con Rabadá y Navarro o con Landa y Udaondo. Poco a poco estas inolvidables generaciones de escaladores fueron planteándose desafíos en otras cordilleras, especialmente en los Andes y el Himalaya.
Como ya sucedió con los pioneros, fueron los castellanos (principalmente los ‘peñalaros’), aragoneses, vascos y catalanes los que encabezaron la presencia española en macizos transcontinentales, presencia que muy pronto se puso a la altura de algunas de las más prestigiosas conquistas alpinísticas de la élite de alpinistas de otros países.
Pero esta expansión del montañismo español no se limitó a las grandes escaladas. En todos los ámbitos empezó un crecimiento que sentó las bases de lo que serían verdaderas hazañas internacionales durante las últimas décadas del siglo: en el ámbito de las letras, montañeros de prestigio como Agustín Jolís, su esposa Mª Antonia Simó y Agustín Faus escribieron los primeros manuales técnicos de montañismo, de un gran nivel; en el de las estructuras necesarias para la práctica montañera se construyeron refugios en las cordilleras más importantes de la península; y en el de la instrucción, se empezaron a abrir vías de escalada en paredes próximas a las ciudades, lo que más tarde se llamarían “zonas escuela”. Fue en este ambiente generador de pasiones montañeras en el que crecieron los escaladores que encumbrarían nuestro deporte en los siguientes años.
Jaime García Orts (peñalaro) (1932-2017), de profesión sastre, fue uno de los pioneros en promover expediciones “oficiales”, en las que el grupo viajaba uniformado y financiado oficialmente. Su eficiencia como organizador le llevó a figurar como Director Técnico en la Expedición Castellana al Cáucaso de 1968, que dirigía Félix Méndez, en esos momentos presidente de la Federación Española de Montañismo, y en la que participaban algunos de los que poco después escribirían páginas de oro del montañismo español, como Salvador Rivas, Carlos Soria, Carlos Muñoz Repiso o César Pérez de Tudela. El balance positivo de esta expedición abrió el camino de una serie de expediciones castellanas de gran prestigio, se habían alcanzado las cumbres del Elbruz oriental (5.595 m), Elbruz occidental (5.633 m) y el Uschba Norte (4.694 m), por su arista norte.
Tres años después fue el Mc Kinley (6.194 m), en la que constituiría la primera escalada española a esta montaña. Pero la culminación de las expediciones dirigidas por García Orts fueron las de 1973 y 1975 al Manaslu (8.128 m), en la segunda de las cuales, Jerónimo López y Gerardo Blázquez alcanzaron la cumbre del primer ochomil español.
Como resulta evidente, el historial alpinístico de Jaime García Orts era de gran nivel, incluyendo algunas cumbres del Cáucaso, lo cual le llevó a ser director de la Escuela Madrileña de Alta Montaña.
Aunque pareciese que las expediciones internacionales eran promovidas únicamente por montañeros de alguna región concreta, la realidad era que había una relación muy cercana entre alpinistas de diferentes puntos de la península. Prácticamente coetáneo a García Orts ocupa un puesto preferente en el alpinismo español el catalán Josep Manuel Anglada (1933), nacido en Barcelona, en una familia que viajaba mucho debido a la profesión del padre, que era agente comercial, y probablemente eso fue lo que formó a Josep Manuel como un hombre de mundo, lo que le sirvió de hilo conductor hacia el montañismo.
De 1947 a 1952 Anglada vivió como estudiante en Manchester, donde dio sus primeros pasos en actividades montañeras de cierto nivel, comenzando con la exploración subterránea. Desde 1952 a 1953 continuó sus estudios en Stuttgart, donde mantuvo sus actividades de dificultad, empezando a escalar grandes paredes con compañeros del Club Alpino Alemán. Esta época de estudiante le proporcionó el dominio de la lengua inglesa y la alemana, lo que le resultaría de gran utilidad a lo largo de su vida alpinística, aventurera y viajera.
Desde 1953, en el Club Muntanyenc Barcelonés, comienza su memorable historial de grandes escaladas e históricas exploraciones subterráneas, durante 10 años, dentro del grupo G.E.S., el grupo de espeleología del Club Muntanyenc. Riglos y Montserrat son algunos de los lugares en los que sus escaladas empezaron a adquirir renombre y en los que ya compartía cuerda con su primo Paco Guillamón, con el que llenó páginas de oro del alpinismo español. Primero serían grandes escaladas, las vías Anglada-Guillamón en Riglos, Montserrat…, y algunas históricas como la Francoespañola al Tozal del Mallo, que abrieron en compañía de Patrice de Bellefont. En los Alpes repitieron vías del más alto nivel de la época, como la Comici-Dimai, La Couzy o la Directísima a la norte del Lavaredo (Dolomitas); además de grandes rutas clásicas como la Brenva y el Centinela Rojo al Mt. Blanc, la Bonatti al Grand Capucin, la norte del Eiger, el Pilar Bonatti al Dru o la Walker a las Grandes Jorasses. En estas actividades y las escaladas en roca se iban añadiendo nuevos compañeros de cordada como Heinz Pokorski, Joan Cerdá, Jordi Pons y Daniel Vergés, entre otros.
En 1961 tuvo lugar la primera expedición española a los Andes, en la que participó Anglada en compañía de Salvador Rivas, Antonio Ayuso, Pedro Acuña, Mariano Arrazola (doctor), Félix Méndez (presidente de la Federación Española), Jordi Pons, Paco Guillamón y Pepe Díaz. En ella realizaron la primera ascensión al Huascarán (6.678 m) por su arista NE, éxito que quedó oscurecido por la muerte de Pedro Acuña al caer en una grieta de la arista.
En 1964, vuelve a los Andes como jefe de expedición, en compañía de Venancio López de Ceballos, Paco Guillamón, Jordi Pons y Miquel Muñoz, y abren la vía Directa al Siula Grande (6.356 m), además de numerosos cincomiles, algunos de ellos vírgenes, como el Nevado Pedro Acuña (5.360 m), que dedicaron a su compañero fallecido en 1961.
Además de las expediciones, Anglada no cesaba de efectuar escaladas de gran nivel internacional, como la arista este al Capitán, junto a T.M. Herbert y Royal Robbins, siendo el primer escalador no americano que hizo una vía de dificultad en Yosemite. Y en 1965 se casó con la escaladora Elisabeth Vergés que a su lado realizaría numerosas primeras escaladas femeninas a grandes paredes.
En 1965, en una nueva expedición, a África, consiguió abrir vías de gran dificultad en la Garet el Djenoun, el Hoggar, el Atakor y el Assekrem. Y sin dejar de hacer cada verano rutas de gran dificultad en los Alpes, en 1969 organizó la Expedición Barcelona al Hindu Kush, en compañía de Joan Cerdà, Emili Civis, Jordi Pons y Genís Roca. El bagaje de la expedición es de primeras absolutas a cuatro seismiles y las cumbres del Rock Pinacle (7.200 m) y las tres cimas del Istor O Nal (7.303, 7.365 y 7.398 m).
Este historial alpinístico de Josep Manuel Anglada deja patente que su principal motivación era alcanzar cumbres vírgenes o cumbres ya holladas, pero por rutas también vírgenes. El ejemplo más relevante de esa dinámica es la expedición de 1974 al Annapurna Este, organizada y dirigida por él mismo, en compañía de Jordi Pons, Xavier Pérez Gil, Manuel Martín, Eduardo Blanchard, Mariano Anglada (médico), Emili Civis, Antoni Villena y Enric Benavente. El 29 de abril, Anglada, Civis y Pons alcanzaron la cumbre (8.026 m) del que sería el único ochomil virgen conquistado por españoles. Esta cumbre fue bautizada en 1950 como “antecima este” por la expedición de Maurice Herzog, pero posteriormente Lionel Terray, que mantenía una gran amistad con Anglada, le informó de que era una cumbre independiente del resto de los Annapurnas.
Como complemento a la historia de Anglada, uno de los mejores alpinistas de la historia del montañismo español, hay que situar sin duda a Jordi Pons Sanginés (1933), nacido en Barcelona el mismo año que Anglada y como si fueran vidas paralelas, desde muy joven Pons se sintió fascinado por la escalada y las ascensiones a grandes montañas. Su interminable historial contiene más de setenta y siete ascensiones en los Alpes y los Dolomitas, treinta y tres en los Andes, nueve en Argelia, ocho en Pakistán y catorce en Groenlandia. Lógicamente ese enorme curriculum presenta un reflejo coherente en las montañas de su tierra, con más de doscientas cincuenta escaladas en Montserrat y más de ciento ochenta en los Pirineos. Y como miembro de cordada permanente con Anglada, cabe destacar las primeras españolas a las nortes del Cervino, Grandes Jorasses y Eiger.
En 1963, junto a Anglada y Guillamón abrió la primera vía de escalada directa al Siula Grande, expedición en la que el valenciano Miguel Gómez coordinó la logística. Y en 1982 participó en la primera expedición catalana al Everest.
Una prueba de cómo Jordi Pons ha identificado su vida entera con la montaña es su inclusión como guía profesional en la Compañía de Guías de Montaña de la Federación Española de Montañismo, que se estructuró a principios de los 70 y de la que fue delegado en Cataluña.
Como reseña extraordinaria cabe incluir su escalada a la norte de la Pique Longue del Vignemale con 83 años, escalada que había intentado sin éxito a los 19 años.
Terminamos esta generación de alpinistas españoles que promovieron la admiración general de la ciudadanía, gracias a la difusión de sus hazañas, con César Pérez de Tudela (1940), que fue uno de los principales alpinistas que dio a conocer nuestro deporte gracias a su participación en 1970 en el programa “Las diez de últimas”, en TVE.
Licenciado en derecho, trabajó durante un tiempo como inspector de policía, hasta que alcanzó el doctorado en Ciencias de la Información, pasando a trabajar como periodista.
Los años 1961, 62 y 63 fue campeón nacional universitario de esquí de fondo, lo que ya daba pie a lo que sería posteriormente en el mundo de la montaña. En los años 70 era calificado como el mejor alpinista español, sobre todo gracias al conocimiento ciudadano que le había proporcionado su aparición en TVE, lo que le proporcionó un seguimiento enorme de los medios de comunicación, por ejemplo cuando consiguió la primera escalada invernal a la cara oeste del Naranjo de Bulnes, en 1973, en compañía de Miguel A. García Gallego (el murciano), José A. Lucas (el ardilla) y Pedro Ortega. Durante la misma escalada, establecía comunicación con R.N.E.
Una de sus desgracias tuvo lugar en 1971, durante una expedición al Hindu Kush, para intentar escalar el Tirich Mir (7.708 m), durante la cual falleció su esposa, Elena de Pablos. Y otra tuvo lugar en 1976, mientras intentaba la escalada del Monte Sarmiento (2.187 m), en la zona chilena de la Tierra del Fuego, en compañía de Fernando Martínez, que falleció a causa de la caída de un enorme bloque de hielo.
Y una de sus características personales, poco generalizadas, fueron las ascensiones en solitario, dos de ellas al Aconcagua, en 1971, cumbre que alcanzó tres veces; y otra en solitario al Mc Kinley (6.190 m), en 1972.
Fue también director de expediciones. Además de la del Tirich Mir, dirigió una a los Andes Bolivianos en 1989, una al Everest por el Tíbet en 1990 y otra al Everest por Nepal en 1992, en la cual sufrió un infarto de miocardio mientras recorría el Valle del Silencio.
Otro gran triunfo incluido en su historial fue el primer descenso mundial en parapente del Pico Kinabalu (4.090 m), cumbre principal de la isla de Borneo, ubicada en la zona de Malasia.
Como periodista, combinó el alpinismo con la aventura, protagonizando viajes a Vietnam, enviado por la agencia Pyresa; al Sahara, enviado por ABC, viaje durante el cual pudo presenciar la famosa Marcha Verde. Otras aventuras las vivió en las islas Shetland, en el Zaire, en la Antártida, etc…
El interminable y famoso curriculum de Pérez de Tudela se complementa con su grandiosa labor de escritor, que le ha llevado a publicar más de 30 libros, entre los que cabe mencionar: “5 montañas solo”, “Crónica Alpina de España en el siglo XX” o “Por los Techos del Mundo”.
Por último, cabe mencionar su titulación como Guía de Alta Montaña, lo que le llevó a ser miembro de la Asociación Española de Guías de Montaña (AEGM).
Joan Grifoll
BIBLIOGRAFÍA
- Alpinismo español en el mundo (José Mª Azpiazu Aldalur). Ed. RM, 1980
- Espíritu y técnica de la montaña (A. Jolís, M.A. Simó y A. Faus). Ed. Hispano Europea, 1973.
- Annapurna Este. Un 8000 virgen (Jordi Pons). Ed. Juventud, 1977.
- Anglada (Elisabeth Vergés). Ediciones desnivel, 2002.
- Enviado Especial a la Aventura (César Pérez de Tudela). Ediciones Forja, 1980.
- Tumba de Hielo (César Pérez de Tudela). Ediciones Rodas, 1976.
- Wiquipedia.