El vivac en la cumbre de Penyagolosa, lo que ya es costumbre, casi un ritual de verano para nuestro “Colla”, se ha cumplido un año más, renovando la cautivadora experiencia y el encanto de pasar la noche con el oscuro cielo como techo y la desnuda tierra bajo los pies, sin más luces que las de los pocos pueblos a la vista en el ancho horizonte, pequeños y lejanos, sin molestos resplandores que tapan las estrellas. Penyagolosa, con su cumbre muy por encima de las montañas en su entorno, es a modo de una isla en la compleja orografía de las tierras valencianas, lo que aumenta el sentimiento de soledad en la profundidad de la noche.
Vivac con una ligera lluvia nocturna, venteado y frío, climatología extrema para una noche y una mañanita de verano. Un vivac, una vivencia compartida con los buenos amigos y, además, con una modesta celebración incluida: el cumpleaños de nuestra querida Pilar: ¡muchos y felices años, Pilar, y muchas y felices montañas¡.
 
Gracias, compañeros, y, ¡buen verano¡.

Abrazos de Rafa Cebrián

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