LA INVENCIÓN DE LA NATURALEZA
El nuevo mundo de Alexander von Humboldt, de Andrea Wulf
Edita: Taurus. Año 2017. Traducción de María Luisa Rodriguez Tapia.
En este caso no he recurrido para nuestra Tertulia Literaria a uno de esos olvidados libros, primicias editoriales sobre temas de montaña en España, como los que hasta ahora han sido los elegidos, sino uno publicado tan solo hace tres años. Pero el personaje al que está dedicado, Alexander Von Humboldt, el explorador más importante del siglo XIX, polifacético científico aventurero, escritor, humanista y genio universal, me pareció por sus cualidades, obligado incorporarlo a nuestro recogido e intimista panteón tertuliano de inmortales que dedicaron su inteligencia, sentimientos y valor físico a descifrar la naturaleza, la vivieron con plenitud y supieron trasmitirnos sus enseñanzas y admiración por su poderoso hechizo.
Alexander Von Humboldt, (Berlín 1779-1859), perteneciente a una adinerada familia aristocrática, recibió a la muerte de su madre una importante herencia que le permitió llevar por libre una intensa vida de viajes, aventura y ciencia; sin embargo, pese a la considerable fortuna personal que disfrutó y los beneficios de las ediciones de sus libros, publicados en varios idiomas y de gran venta, murió pobre, gastando todos sus recursos en la permanente inquietud por explorar, en el trabajo de recopilación, compra de costoso instrumental científico y generosas ayudas a otros investigadores. Humboldt desechó una situación privilegiada y un prometedor porvenir en su poderosa Prusia natal, para abrazar la aventura científica comprometida con el esfuerzo físico y el riesgo que siempre llevó al límite, muchas veces al borde de la muerte. Inteligente, tenaz y bien dotado intelectual y físicamente, tuvo una esmerada educación familiar y académica, enriquecida por el renovador impulso de la Ilustración, cambio del pensamiento social y filosófico que da una nueva dimensión al hombre y que hizo del siglo XIX el momento culminante de las grandes expediciones científicas (marinos, naturalistas, aventureros…) de descubrimiento de los lugares vírgenes más remotos del planeta: montañas, selvas, desiertos y zonas árticas, donde el alpinismo se integraba en la conquista de las fronteras marcadas por la altitud de las montañas.
Un emotivo escenario en el que Humboldt participó, insaciable, con todos sus sentidos, en la exploración y descubrimiento. De cultura enciclopédica, dominaba varias ciencias, geología, botánica, geografía…conocía y se desenvolvía en varios idiomas, inglés, francés, español, además del suyo propio, el alemán, lo cual le permitió sostener una nutrida comunicación de intercambio de conocimientos con el mundo científico en su larga vida e infatigable actividad, de la que se han contabilizado 50.000 cartas. Incansable viajero, se movía en todos los lugares con un voluminoso bagaje de instrumental científico, que complicaba y hacia todavía más penosas las largas marchas por inhóspitos lugares, selvas y montañas; tomaba observaciones de toda índole, aun en condiciones extremas de peligro. Innovador en sus procedimientos, certificaba los fenómenos por su directa observación, situándolos dentro de una visión interdisciplinar, bajo la consideración conceptual -avanzada a su época-, de que toda acción sobre el medio, tiene una repercusión global.
Un hombre excepcional que traspone su época y que, por su relevante trabajo, ha contribuido al conocimiento de la naturaleza como un conjunto al cual pertenecemos, a conocer las claves de su interpretación y a percibir su encanto: según sus propias palabras, La naturaleza hay que experimentarla a través de los sentimientos. Humboldt se anticipa en este campo 100/150 años a nuestro tiempo: es el primer científico en advertir de las negativas e imprevisibles consecuencias medioambientales y cambio climático ocasionados por la irresponsable intervención humana, al observar como la deforestación en el entorno del lago Valencia en Venezuela, dejaba los suelos estériles e inermes ante las arroyadas torrenciales y el nivel del lago decrecía, razonamiento que en nuestros días es una realidad admitida de forma unánime por la comunidad científica universal.
De sus muchos años de viajar y miles de kilómetros recorridos, Humboldt, junto a otro alemán, Carlos Ritter, creo las bases de la moderna Geografía Física, elevándola a ciencia y fijando los principios que relacionan entre si los fenómenos de diverso carácter que se producen en la superficie de la tierra. Además de la geofísica la sismología y la vulcanología. Cinco años recorriendo toda la América Latina: Venezuela, las llanuras y montañas, atravesando los Andes. Explorando los ríos Orinoco y Amazonas. Cuba. Los volcanes de Ecuador; Nueva España (Méjico). En otra etapa viajera, América del Norte y Rusia asiática. Los últimos 25 años de su vida Humboldt los dedicó a escribir Cosmos, culminación del trabajo de toda una vida.
Humboldt alcanzó en 1802 la mayor altitud lograda por el hombre hasta entonces, 5.875 metros sobre el nivel del mar, en el Chimborazo, volcán de 6.263 metros, situado en los Andes Centrales del Ecuador. Una verdadera hazaña, si consideramos los equipos del momento y el desconocimiento del comportamiento humano ante el enrarecimiento del aire por la altitud. Los grandes desniveles superados en la ascensión, fue como un libro de botánica abierto para el naturalista Humboldt, que estudió la flora, como nadie lo había hecho hasta el momento, en los pisos termométricos que se sucedían con la altura, clasificándola en función de la situación y el clima.
Experiencia básica de donde nació su obra fundamental sobre la geografía de las plantas, origen de los estudios actuales de ecosistemas de flora y fauna y que inspiraron a Charles Darwin su gran obra El origen de las especies. Con anterioridad a esta memorable ascensión, en 1799, en una corta escala en Tenerife, camino de Venezuela, exploró y ascendió al Teide (3.718 metros), a sus veinte años de edad, cuando daba comienzo a su trascendental viaje de cinco años por Latinoamérica, era la primera montaña que ascendía fuera del continente y uno de los primeros escritos de su larga vida, sus impresiones sobre el majestuoso volcán, inspiraron la obra que consumó en el Chimborazo sobre la geografía de las plantas.
Traer a la Tertulia a Humboldt, es un comprometido intento, a sabiendas de que el intento de sintetizar tan larga e intensa vida, destacando tan solo algunos de los más relevantes episodios de su larga vida activa, conlleva la obligada omisión de gran número hechos trascendentales. De ahí el valor del libro que nos ocupa y su total desarrollo biográfico de Humboldt en todas sus vertientes, un importante trabajo de recopilación y rigor documental a cargo Andrea Wulf, intelectual de reconocido historial académico y autora de varios libros, elogiados por la crítica. Su nivel científico la ha llevado, como conferenciante, a centros de prestigio internacional como Royal Geographical de Londres. Andrea Wulf relata de una forma amena en su libro, que no pierde interés su lectura pese sus 577 páginas, incluidas notas y bibliografía: escribe con entusiasmo y brillante estilo la compleja vida de Humboldt. Es necesario citar la excelente traducción a cargo de María Luis Rodríguez Tapia, una contribución más al valor del libro.
Humboldt, en su profunda faceta humana y social, apoyaba las revoluciones de Latinoamérica contra el poder colonial, movimientos y alzamientos que cambiaron la historia del continente americano en el siglo XIX. Fue amigo de Simón Bolívar, la gran figura liberadora latinoamericana de la sujeción al imperio español. Declaradamente abolicionista de la esclavitud, abominaba de tan sórdido y cruel comercio humano, denunciando la venta de esclavos negros que España había llevado a Venezuela y que había tenido ocasión de contemplar, toma de conciencia y posición, también avanzada su época.
Su recuerdo ha quedado dando nombre a muchos inhóspitos lugares de la geografía terrestre: la corriente oceánica que trascurre a lo largo de la costa de Chile y Perú; un cabo, montañas y sierras en América, en Asia, África, Nueva Zelanda; un glaciar en Groenlandia, ríos, ciudades, centros de estudio…el listado es largo. El legado de Humboldt, dotado del raro privilegio anticiparse a su tiempo, sigue vivo y cobra trascendental sentido en nuestros días, por ser el primero en anticipar el cambio climático.