EL CASTILLO DE JALANCE
Este es el primero de los castillos del Júcar en tierras valencianas, una importante fortificación del Valle de Ayora, a 537 metros de altitud sobre la cima de un aislado cerro en medio del Valle y a unos 200 metros por encima de la vega del río, entorno que potenciaba de forma natural sus defensas. Surge la fortaleza formando parte del paisaje, con su elevada y aislada posición sobre el diversificado y colorista paisaje del Valle y los montes, emplazamiento que le confiere la cualidad estratégica y disuasoria de ver y ser visto a distancia, desde los cuatro puntos cardinales.
A lo largo del angosto cañón de más de quince kilómetros, abierto entre el embalse del Molinar en término de Villar de Ves (Albacete) y Jalance, no existen fortificaciones, ni siquiera en la divisoria con Castilla-La Mancha: la propia naturaleza indómita e impenetrable del desfiladero era su mejor custodia. Ignoro si hay o ha habido alguna torre de control y vigía sobre el estrecho cauce, junto a alguno de los caminos a los pocos vados y a las escasas y reducidas vegas. No son tierras que hayan favorecido la ocupación humana, tierras montaraces y parcas en suelos agrícolas hasta que el río llega a Jalance. Habría que remontarse aguas arriba para encontrar complejas y sólidas estructuras defensivas, en Alcalá del Júcar, Alarcón y Cuenca, conjuntos fortificados de gran envergadura, unidos a la geoestrategia fluvial de enlazados meandros, encajados en verticales y espectaculares hoces erosivas.
Estado de conservación: conserva elementos de importancia y su estado, en general, se puede considerar óptimo. De origen islámico, modificado por los cristianos, predomina la obra de mampostería y tapial. Mantiene íntegro el recinto amurallado exterior, de planta poligonal, casi circular, en el que se sitúan torretas semicirculares esquinadas. Acceso por un camino acodado y protegido por dos torreones a norte del castillo, vano de entrada de medio punto, ejecutado en sillería. Se estructura en dos sectores diferenciados y superpuestos. El inferior, el albacar islámico, patio de armas con los cristianos, cerrado por el recinto de muralla exterior; y el superior, la celoquia y torre mayor, núcleo fortificado con una puerta de acceso dintelada de medio punto y una escalera.
Mantiene en pie elementos destacados y obra, restos de habitaciones con paredes de mampostería. Durante las guerras civiles del siglo XIX fue ocupado por el Carlismo que reforzó sus defensas y fábrica. De este periodo, son visibles los almenares, modificados y convertidos en aspilleras de fusileros. En la actualidad se han llevada a cabo algunas obras de consolidación –paralizadas de momento-, y una pista de acceso hasta su entrada, apta para turismos. Declarada Bien de Interés Cultural (BIC), la fortaleza transmite, en la configuración del conjunto, la imagen detenida en el tiempo de la arquitectura militar de la Edad Media
Cómo llegar: en la población está indicada la subida al castillo, que puede hacerse en automóvil, por una estrecha carretera en buen estado y que, a su término, junto al castillo, dispone de un espacio para el aparcamiento y la maniobra de vuelta. La subida a pie por la carretera es un bonito paseo que abre en sus cambios de vertiente y curvas, la perspectiva sobre el valle, el pueblo y la vega del Júcar, y muestra, en la imprescindible enseñanza y el placer de la contemplación de los paisajes, el destacado valor táctico del castillo.
Algo de historia: su historia es la propia del Valle, ligada a los cambios culturales, políticos y militares de su demarcación, y a la permanente violencia de la sociedad humana, insaciable en su demencia opresora y combativa. En mitad del vital Valle de Ayora, la fortaleza aparece justificada por las condiciones que históricamente han dado origen a los castillos medievales, asociados al relieve, escudo de su función político militar en el control de las vías de comunicación y del territorio humanizado al que proteger y dominar. La envergadura y robustez de sus dispositivos, pese a lo reducido de su emplazamiento, explican este protagonismo militar en la historia de la comarca.
De origen islámico, construido en el siglo XI, fue castillo de frontera con la taifa de Murcia. Conquistado por Jaime I, lo cedió a Castilla en virtud del tratado de Almizrra, pactos y compromisos que establecían límites y reparto de conquista de las tierras entre ambos reinos, quedando en el señorío del infante Juan Manuel. En 1281 pasó de nuevo al Reino de Valencia por acuerdo entre Pedro el Grande y Alfonso X de Castilla. Más tarde, la inestabilidad y la guerra entre Castilla y Valencia, afectó a estas tierras que repiten la incertidumbre de las inestables fronteras. Entre sus señores titulares, tenemos a Bernat de Sarriá; la Reina Leonor y su hijo el infante Fernando. En 1389 lo compró el duque de Gandia, Alfonso el Viejo, quien a la muerte de su hijo lo entregó a la corona. Dependió hasta 1535 de Jarafuel, y de Cofrentes hasta 1564. Ocupado por el Carlismo y reforzadas sus defensas y fábrica, fue cuartel y refugio de los pobladores de Jarafuel y Jalance que restauraron las murallas a sus expensas (Diccionario Madoz). Por fortuna, su adormecida imagen actual, es un amable destino turístico y un valioso testimonio histórico formando parte de un atractivo paisaje.
Bibliografía: Las Fortificaciones del Júcar de Rafael Cebrián, edición 2015