Somos un grupo al que le va más el ritmo del musgo creciendo en la roca que el de la notificación del móvil. Solo miramos el móvil para no perdernos aunque no siempre lo conseguimos. De los que piensan que la mejor competición es contra el estrés y que el único crono que cuenta es el del sol moviéndose por el cielo. Hoy os vamos a relatar una de nuestras últimas aventuras para desconectar: una ruta deliciosa por Cirat hasta el famoso Salto de la Novia por un camino poco transitado y lleno de sorpresas: un sendero que va pegado al Barranco de las Salinas el cual tenemos que cruzar un par de veces.
Cirat: Donde el Tiempo se Ralentiza
Llegamos a Cirat, ese pueblecito con encanto del Alto Mijares, y ya se nota en el aire: aquí las prisas se quedan aparcadas junto al coche. Nuestro plan: nada de récords, solo disfrutar del camino, de la charla, del silencio y de cada detalle que nos regala el entorno. El objetivo era el Salto de la Novia, sí, pero el verdadero premio era el sendero que nos llevaría hasta él, siguiendo el Barranco de las Salinas. Las últimas lluvias han sido muy abundantes, así que intuíamos que íbamos a tener alguna sorpresa por el camino. Algún que otro tramo embarrado y algún cruce que otro con agua.




El Barranco de las Salinas: Un Pasillo Verde y Rocoso
Transitar por el sendero junto al barranco es como si la montaña nos abrazara. El sendero serpentea, a veces muy alto, otras más cerca del cauce,tan cerca que en ocasiones teníamos que cruzar el agua que ahora baja alegre por su cauce. El terreno es una mezcla: tramos de tierra mullida por la humedad, zonas más pedregosas donde hay que mirar dónde pisas , y esas rocas calizas típicas de la zona, pulidas por el agua y el tiempo, que cuentan historias si te paras a escucharlas.
La vegetación es un espectáculo, sobre todo ahora, después de las lluvias. ¡Todo está de un verde insultante! Pinos carrascos altivos, coscojas (o carrascas, como les decimos por aquí) que se aferran a la roca, romero y tomillo perfumando el aire a cada paso, y lentiscos. Pararse a tocar una hoja, oler una hierba aromática, observar cómo la luz se filtra entre las ramas… eso, amigos, es parte de nuestra filosofía.




Fuentes, Manantiales
Una de las joyas del camino es encontrarse con puntos de agua. Pasamos por la Fuente del Piojo. Un buen lugar para hacer una pausa y refrescarse.
Lo mas divertido del camino se debe a que las lluvias habían hecho de las suyas y varios tramos del sendero estaban pasados por agua literalmente y no metafóricamente. Hubo momentos de deliberación: «¿Por dónde cruzamos?», «¿Esa piedra aguantará?», «¿Nos remangamos o directamente metemos la bota?». La respuesta solía ser una mezcla de equilibrio precario, algún resbalón controlado y, finalmente, nadie se cayo al agua. Lejos de ser un problema, estos pasos inundados le dieron un toque aventurero y divertido a la ruta. ¡El barranco estaba vivo!
El Premio Final: El Salto de la Novia en Plenitud
El sonido del agua se iba haciendo más intenso, una promesa de lo que nos esperaba. Y de repente, ahí estaba: el Salto de la Novia. La cascada caía con fuerza, alimentada por las lluvias recientes, formando una poza de aguas cristalinas (¡y seguro que fresquitas!). El entorno es precioso, rodeado de paredes verticales y vegetación.
Estuvimos un buen rato, simplemente contemplando la caída del agua, sintiendo la brisa húmeda, comentando lo bonita que es nuestra tierra y lo afortunados que somos de poder disfrutarla así, sin agobios, a nuestro ritmo. Este es el verdadero trofeo: la sensación de paz, la belleza del lugar y la buena compañía.




Nuestra Filosofía: Más Pasos Lentos, Más Vida Plena
Esta excursión al Salto de la Novia por el Barranco de las Salinas fue un ejemplo perfecto de lo que buscamos: una actividad física sí, pero sobre todo una experiencia. Disfrutar del patrimonio natural, sentir el suelo bajo los pies, respirar aire puro y, sobre todo, bajar el ritmo frenético del día a día.
Pararse a observar una flor, escuchar el río o compartir unas risas mientras cruzas un charco es tan importante como llegar a la cima. Es una forma de vivir más consciente, más conectada con la naturaleza.

