Entre los términos de Torralba del Pinar y Villamalur, se levanta la sierra del Pinar, estirada y alargada sucesión de cimas y collados, alejada de los itinerarios más transitados de la sierra de Espadán. Desde Torralba nos adentramos en la montaña que tiene la fama de desposeída de arbolado desde un grave incendio en 1994, pero los alcornoques aparecieron rápidamente y avanzamos entre la espesura de los pinos que crecen entre rodenos, un grupo de acebos y los majuelos que ahora parecen fantasmas, sin hojas ni frutos, esperando que se suavice el clima de este invierno interminable. La sierra del Pinar, en sus puntos más altos, es un balcón desde donde se ve todo Espadán como una gran mancha verde y gran parte de la comarca del Camp de Turia y Los Serranos, por un lado y L’Alcalatén a los pies de Peñagolosa por otro.
La ruta estuvo amenizada por las posiciones de la línea XYZ que durante los últimos momentos de la guerra civil fueron un obstáculo para el avance del ejército nacional camino de Valencia, el castillo de Vialeva del que se tiene poca noticia y el collado de la Sierpe donde confluyen varios caminos y una leyenda sobre cuatro piedras alargadas que parecen el cuerpo de una serpiente seccionado según la tradición por un Sant Jordi combativo.

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