He aquí un homenaje a un querido amigo que andará descubriendo otros senderos fuera de este mundo y con quien compartimos tantos buenos ratos que siempre permanecerán en nuestro recuerdo. Un día de agosto llegamos juntos el pueblo de Serra Engarcerán y caminamos por primera vez por sus montañas; hubo otras ocasiones, pero la mejor fue cuando en un alarde, muy propio de Pepe, caminamos desde Els Ivarsos y de su mano visitamos masías, collados panorámicos, el pueblo, el roble de la Mola, el Tossal, la Bassa d’en Bosc y sólo la caída de la tarde impidió que viéramos un grupo de tejos en uno de los barrancos que caen sobre Los Rosildos.
En esta sierra descubrimos algunas cosas juntos, otras nos las mostró él después de viajes de investigación junto a Enrique, un paisano enamorado de su tierra y este domingo de febrero con un cielo diáfano decidimos compartir con amigos estos territorios tan queridos por él.
El roble de Cavanilles aunque sin hojas, nos recordó al clérigo que lo identificó como especie diferente y lo nombró «Quercus valentina». Desde el Zaragoza, y por primera vez después de tres intentos, vimos la costa castellonense y las poblaciones y sierras hacia el Mediterráneo. La masía de Gargallo y su descomunal carrasca, la del Dinero y la recoleta fuente de con un pequeño lavadero para las masoveras, nos mostró la huella del desierto mundo tradicional de montaña tan querido por nuestro aventurero excursionista.
Aquest diumenge he anat descobrint la Serra que no coneixia, però si que ´s veritat que a cada racó es feia palessa l'hombra i el record de Pepe.