Nanga Parbat (8.125 m.s.n.), “La montaña asesina”, no perdona errores. La peligrosa vertiente del Diamir.

Por Rafael Cebrián
Tom Ballard, izquierda, y Daniele Nardi, en el Nanga Parbat

El pasado 9 de marzo fueron localizados a 5.900 metros en el Nanga Parbat, los cuerpos sin vida de los alpinistas Toni Ballard y Daniele Nardi, sepultados por un alud cuando intentaban la ascensión invernal de la gran montaña, abriendo una nueva vía por la peligrosa vertiente del Diamir, la más directa y arriesgada hacia la cumbre. El Nanga Parbat ha sido ascendido por dos veces en invierno, primera en el año 2016 y repetida en el 2018, un hecho que pudo inducir a los dos alpinistas a intentar esta nueva vía, pese al elevado riesgo que conlleva, como reto personal, siempre presente en el alpinismo de élite, de superar sus propios logros y destacar su nivel dentro del himalayismo de vanguardia.

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Búsqueda de Nardi y Ballard en la vertiente Diamir, Nanga Parbat. Foto: Alex Txikon
Los hermanos Messner, Fuente: Revista Oxigeno

Nadie ha subido por este itinerario, pero ha sido, sin embargo, el sobrecogedor escenario del dramático descenso en el año 1970 de los hermanos Messner, Reinhold y Günther, después de coronar la cima por la vertiente Rupal, la pared más grande de la tierra, de 4.500 metros de desnivel. Habían logrado la tercera ascensión absoluta a la montaña, abriendo una impresionante vía, pero ante la imposibilidad de descender por la misma ruta de subida, al carecer del material necesario y sin el auxilio de la expedición, con la que estaban desconectados por una serie de negativas y casuales circunstancias, decidieron arriesgarse por la ladera de Diamir, de menor pendiente, pero de extrema peligrosidad, barrida por frecuentes e imprevisibles avalanchas glaciares provocadas por  la inestabilidad de las cornisas y seracs. Atrapados por una situación sin retorno, a la desesperada, descienden por el Diamir como única alternativa y posibilidad de supervivencia, por completo sometida al capricho de la suerte, y que terminó con la vida de Günther, sepultado por un alud, en el mismo sitio donde han perecido Ballard y Nardi, mientras que Reinhold, por completo extenuado, logró llegar a la base de la pared, donde, auxiliado por unos pastores, se libró milagrosamente, quedando sumamente afectado por la pérdida de su hermano, un año menor que él, con el que había compartido la aventura de las montañas desde sus inicios.

La vertiente Diamir del Nanga Parbat
La vertiente Diamir del Nanga Parbat, Fuente: Desnivel

Según declaraciones de Reinhold Messner, la vertiente técnicamente no es un problema, pero si muy expuesta por las razones antedichas y rechazada por estas razones por el himalayismo, al considerarla impracticable. Es indudable que, las grandes ascensiones y, en general, la montaña de dificultad, comportan un riesgo que el montañero no ignora (no debe ignorar) y que valora y asume con arreglo a un código personal de confrontación de sus límites, nivel técnico y preparación física, reservando en la aventura un margen de seguridad responsable que le permita lograr la escalada y vivir la satisfacción de haberla conseguido, utilizando para ello todos los medios técnicos a su alcance para eliminar o minimizar los riesgos. El gran problema llega cuando el riesgo queda fuera de control, por el imprevisible y aleatorio comportamiento subjetivo de la montaña, tal como puede ser un alud, un cambio de tiempo, una caída de piedras…Cuando este comportamiento, repetido, no excepcional y caracteriza a la montaña, sin posibilidades de contrarrestarlas técnicamente, tal como es el caso del Diamir, el éxito de la ascensión y la supervivencia se entrega a un irresponsable juego de azar suicida.

Volviendo a los hermanos Messner, descender por Diamir, no era una “elección”, sino una apuesta y única esperanza de supervivencia totalmente subordinada a la suerte. La decisión de Ballard y Nardi es muy distinta, “elegían” una ruta de la cual no ignoraban que, sin control del elevado riesgo de sus malas condiciones naturales, acentuadas por el invierno, nevadas copiosas, bajas temperaturas y el día más corto, su posibilidad de salir con vida era un mero juego de “cara o cruz”, sin que su indudable nivel de alpinistas de élite, sirviera para algo. Simone Moro, el alpinista italiano que ha realizado cuatro primeras invernales a ochomiles, entre ellas el Nanga Parbat en el año 2016, dice que “hay que saber hasta dónde llegar”, y, respecto a Ballard y Nardi, después de sentir y expresar su trágico final, añade…”no han tenido mala suerte, estaban a sabiendas en un lugar muy, muy peligroso”.

No es mi intención juzgar este intento de ascensión ni hasta donde el escalador es capaz de medir sus límites dando un paso más sobre sus logros extremos precedentes, en esa carrera de superación sobre sí mismo y de justificable búsqueda de notoriedad en el seno del alpinismo internacional. Al fin de cuentas, cada uno es libre de vivir tal como le plazca, solamente apuntar como reflexión las autorizadas palabras de Simone sobre el Diamir y el intento de Ballard Y Nardi, avaladas por su prestigio de gran himalayista del momento.

Nanga Parbat. Pakistán.– El Nanga Parbat, literalmente La montaña desnuda, como se la conoce en Pakistán, de 8.125 metros, es uno de los gigantes del Himalaya, el ochomil más occidental de la cordillera, aislado del gran macizo central y del eje donde se alinean las grandes cumbres. Con grandes desniveles de base, destaca imponente su presencia en el paisaje que la hace visible desde grandes distancias, características geográficas que, al mismo tiempo, provocan en el sistema adversa climatología de repentinos y extremados cambios.

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Albert Mummery, Fuente: Wikipedia

Tempranamente el mundo alpino puso su mirada y objetivo de conquistar su cima, con un primer intento en el año 1895 de la expedición dirigida por el histórico alpinista inglés Albert Mummery, que perdió la vida en la ascensión, la primera víctima de un largo rosario de accidentes mortales que han valido al Nanga Parbat el sobrenombre de La montaña asesina. Cima emblemática para el alpinismo alemán de los años treinta, codiciad por su élite que llevó a cabo varios intentos, buscando en esta montaña la notoriedad con que medir su elevado nivel, al tener vedado el acceso al pie del Everest, situado en aquel entonces en territorio británico. Años que precedieron a la Segunda Guerra, en los que el nazismo y la perversión de su ideología de la supremacía aria, pretendía, de la épica de las grandes ascensiones la exaltación y superioridad de la raza, envileciendo el sentimiento de la conquista de las montañas, la conquista como triunfo del Tercer Reich, en una obsesión y meta nacionalista.

Hermman Buhl, Fuente: Desnivel

En 1953 el legendario alpinista austriaco, German Buhl logró la primera ascensión, realizada en solitario desde el último campamento, conquistando el primer ochomil del himalayismo sin oxígeno, alcanzando la cumbre a las siete de la tarde, lo cual le obligó a un penoso vivac en condiciones extremas sobre una estrecha repisa, de pie, sin un crampón ni piolet. Hasta entonces, 31 personas habían dejado su vida en la montaña. En 1970 la difícil y larga ascensión por la vertiente Rupal de los hermanos Messner y su dramático descenso por Diamir, marcan un episodio singular en la historia de la montaña. Reinhold Messner volvió en 1978 al Nanga Parbat y escaló la montaña por una nueva vía, en solitario y sin expedición de apoyo. En el año 2016, tiene lugar la primera ascensión invernal lograda por Aldo Moro, Alip Sandara y Alex Txikon. Hechos memorables de una larga y rica historia de esta difícil y hermosa montaña, escritas por varias generaciones de notables himalayistas.

Desde la mítica ascensión de German Buhl, la montaña ha cobrado repetidas veces el tributo de vidas humanas: en 1937 un alud sepultó a 16 montañeros (siete alemanes y nueve sherpas) en uno de los campamentos de altura. Añadimos en su negro historial, un ataque talibán al campamento base en el año 2013 que causó 11 muertes a tiros, trágica matanza que pudo haber sido mayor, ya que en aquellos momentos, 50 alpinistas estaban esparcidos en los campamento de altura en el intento de hacer cumbre y solamente restaba una expedición, de las varias que habían ocupado el lugar. La montaña asesina ha dejado hasta el momento un largo rastro de muertes, 85 contabilizadas con Ballard y Nardi, que revalida su siniestro prestigio del ochomil que mayor mortandad ha causado.

Ruta de Hermann Buhl, Fuente: Frankfurter Allgemeine

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